martes, 25 de mayo de 2010

UNA DE ESAS CARRERAS QUE SE CELEBRA UNO DE ESOS DÍAS DEL AÑO

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Habían quedado en la boca de metro a eso de las 8.30. Emma, despereza a la pequeña Lisa, su hija, perezosa y “tortuga” donde las haya.

Con toda prisa llegaron al punto de encuentro, eso sí, con unos 10’ de retraso que las permitió ver de lejos a la abuela y la sorpresa que traía. Los ojos de Emma se salían de sus órbitas al ver que la abuela llevaba una maleta. ¡Claro! a la abuela no la cabía la ropa para cambiarse en la mochila y pensó que lo lógico sería una maleta. ¿Adivináis en brazos de quién acabaría la maleta? ¿De la abuela, de Lisa o de Emma?

Las prisas por llegar a la hora hicieron que a Emma se la olvidase la camiseta de la abuela por lo que deprisa y corriendo entre recogida de chip y localizar la salida buscaron una nueva camiseta que les proporcionó la organización. Tras conseguirla, en su camino a la zona de salida se entretienen por culpa de una “china” en la zapatilla de la abuela , momento en el que se escucha a lo lejos ...3...2...1..., ¡que esto empieza! ¡¡¡Madre mía!!! -Se dicen entre ellas-

Allá van, llenas de ilusión y a su ritmo. Unos kilómetros más tarde empiezan los primeros dolores. Primero la abuela presenta un dolor en el empeine y la nieta unas molestias en la pierna derecha, posteriormente.

Pero el dolor físico no es lo que hacía resoplar sino la vista de esa infernal cuesta que existe en una de las entradas del parque del retiro y que cada vez que se celebra una carrera en ese histórico parque no hay quien se libre de ella. La cuestecita, el dolor físico y la flojera psíquica hacen decelerar y titubear a abuela y nieta.
¡Es la hora de Emma!, las coge por el brazo las concentra en respirar y ella pone las piernas sin dejar de tirar. Allí estaban las tres subiendo ante los ojos del coche escoba y los ánimos del público que por ahí andaba.

¿No os habéis preguntado...?¿y la maleta? Pues donde pensasteis en un principio, en la mano de Emma, sí, en la que tiraba de Lisa.

Los ánimos de Emma...”ya estamos dentro”, “ya queda poco” junto con los refunfuños de la abuela y resoplidos de Lisa acompañaron a las tres en su ascenso hasta que... ¡¡¡¡¡¡YA ESTAMOS ARRIBA!!!!!, ¡¡¡Hemos subido!!!!, ¡¡¡ya no queda nada!!!! (Gritó Emma al llegar a lo alto de la dichosa cuesta).
Los últimos kilómetros por la zona de sombras, rodeadas de árboles, público y empujadas por la alegría hacen que la abuela comience a correr y coree junto a sus dos generaciones ¡¡¡¡¡Oeeee, oeeeee, oeeee!!!! Ante la emoción no sólo corre sino que esprinta al sonido de la música de la línea de meta
La nieta, Lisa, en su mezcla de sofoco y alegría no estaba por la labor de correr pero... “sorpresa” la abuela se vuelve, da otra carrerita hacia ella, y con una sonrisa de oreja a oreja la mira a los ojos y la dice:

- Vamos que ya estamos muy cerca, mi pequeña. Ahora paramos.

Las tres pasan por el arco de meta en un tiempo de... que más da, chocan sus manos, gritan juntas -¡¡¡lo conseguimos!!!- y en ese arrebato de emoción se observa en el rostro de la abuela una lágrima de emoción, lágrima contagiosa que provoca en Emma un torrente de lagrimas propias (dichosas neuronas espejo) y en Lisa cara de no saber de que va esto.

Lágrimas, abrazos, temblores y un ambiente de emoción rodeó a las tres mujeres, a esas tres generaciones que habían compartido y disfrutado de un reto deportivo inmortalizado en una foto en la que, como no, también se encontraba su compañera “la maleta”.

Relato a una amiga que practica y disfruta del deporte

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Jose Joaquín Acosta Arango. www.acostadeentrenar.com